Entre 1991 y 1998, se construyó Santa Clara, primer cohousing sénior de España.
La amistad y el boca a boca lo tejen todo en su historia. Con la idea firme de buscar «un lugar cercano al barrio que, cuando saliésemos, nos permitiera vernos con nuestros amigos y la familia», y tras barajar varias opciones, Aurora dice que tuvo el pálpito de que ese «terreno rústico» sobre el que ahora residen era el definitivo cuando vio el anuncio en el periódico. Sin haber formado la cooperativa ni formalidad alguna, pudieron entregar el primer millón de pesetas para dar la entrada a tiempo gracias a la confianza ciega de otras de las dos mujeres y amigas que se unieron al proyecto desde el inicio: Paquita Ramírez (90) y Ángeles Cabeza. …
…No fue hasta el 2000 cuando los primeros residentes empezaron a habitar sus casas. «Entre 15 y 20 personas vinieron en la primera tanda…
…. El sistema de ingreso, permitido a partir de los 50 años, funciona con una cuota no reembolsable (pero hereditaria) de entrada de 66.000 euros y mediante el pago de mensualidades en concepto de comunidad y servicios. Esta varía según lo contratado (comedor, limpieza, fisioterapia, gimnasia, peluquería, asistencia continuada para los más dependientes…) y ronda de media los 1.100 o 1.200 euros al mes…
… ¿Cómo hacerlo más asequible y accesible? Javier del Monte, arquitecto, gerontólogo y socio fundador de la Asociación Jubilares, explica a Uppers que esto requeriría «un esfuerzo y colaboración económica también por parte de las administraciones públicas, entidades y agencias financieras. Que se entienda en mayor medida su funcionamiento, que son modelos sostenibles y que el cohousing sea otro recurso más que incluir en el catálogo de la Ley de Dependencia; esto haría más sencillo el acceso a ellas. Además beneficia también a las comunidades». ..
…Ahora hay en torno a 150 viviendas colaborativas en toda España (12 de mayores ya en pleno funcionamiento), señalan los datos de Cohousing Spain y MOVICOMA. Estas varían en sus formas, perfiles y niveles socioeconómicos, pero apelan a un mismo patrón que llama a rescatar los valores comunitarios que el modelo capitalista ha llevado cada vez más hacia el individualismo, apostando por un estilo de vida activo, de cocuidados y más sostenible. ..
La cuestión de género
Que la historia del Residencial Santa Clara se escriba principalmente en femenino no es casualidad. «Entre los que trabajamos en esto existe esa misma sensación: hay mayor presencia de mujeres en este tipo de iniciativas. En la Asociación Jubilares, por ejemplo, son entre el 60 y el 70% del total.
COVID-19
La actual crisis sanitaria, en la que 19.218 personas mayores han fallecido en residencias con COVID-19 o síntomas compatibles, ha puesto el foco de manera inevitable en cómo se gestionan estos espacios, regulados por las respectivas comunidades autónomas.
…Sin casos de contagio por el virus, la presencia del coronavirus se ha notado en Santa Clara de otro modo. A Ana Rosa le ha quitado, hasta nuevo aviso, sus salidas a comer con su amiga Adela, los lunes de echar la Primitiva o el coger su coche o un taxi para irse al teatro. …
… Dependientes, como recuerda del Monte, no quiere decir no autónomos. «La idea en estos espacios es poder ayudar a los demás y cuidar sin que esto desvanezca el proyecto de vida propio«. Una idea que va alcanzando réplica. A finales de abril se publicaba en catalán el manifiesto Queremos hogares para vivir, como defensa del derecho de todas las personas a poder decidir cómo, dónde y con quién vivir; sin importar condiciones de edad, cognitivas o físicas. «Muchas personas que están en residencias no tienen las mismas condiciones que serían propias de un hogar. Además, cuando no se dispone de estas condiciones se sufre un mayor riesgo para la salud, como se ha hecho evidente con el Covid-19», reclaman los más de 3.600 individuos y 100 entidades adheridas. …